Gracias, Señor Spielberg....

   



    Erase una vez, no hace mucho tiempo, que la gente que se dedicaba a eso del cine, había decidido que eso de hacer películas era mas sencillo de lo que parecía, que con poner unos cuantos efectos especiales por aquí, un par de caras guapas por allá (lo de saber actuar tampoco es que fuera muy importante), y mucha explosión por todo el metraje, tema resuelto. El guión y esas cosas que se lo curren esos independientes, total, para los que ven sus películas…. 

     Pero resulta, que allá a finales del 2015, llegó un señor que se supone que de esto de cine sabe mucho, llamado Steven Spielberg, y pensó, que ya estaba bien. ¡Que sí!, que en ocasiones él también había caído en ese pequeño vicio, pero ya había llegado el momento de darle a los espectadores de siempre, un poco de cine de verdad. Buscó y rebuscó algún guionista que pudiera escribir una historia en condiciones, hasta que se dio cuenta, de que había unos colegas suyos, directores también (los hermanos Coen), que lo de escribir no se les daba nada mal. Entonces pensó: ¿qué puedo contar, en esta película que sea tan especial? Después de darle muchas vueltas, llegó a la conclusión, de que no había que buscar una historia muy innovadora, sino todo lo contrario, un guión, sobre algo que ya se había contado en pantalla multitud de veces, tan simple como una historia de espionaje, con la Guerra Fría de fondo.

    Una vez arreglado el tema del guión, buscó ayuda de sus antiguos colaboradores. Para la música, buscó a su amigo John, pero por desgracia este se encontraba en una galaxia muy, muy lejana, así que recurrió a un magistral Thomas Newman, en auténtico estado de gracia. Para la fotografía, volvió a contar con un viejo amigo, Janusz Kaminski (La lista de Schindler), cosa que estuvo muy bien, por que había ciertos planos de noche, que suponían una masterclass de como aplicar la fotografía en escenas de luces y sombras.


     Una vez reunió a estos y muchos otros de su equipo habitual, le tocó a los actores, y para esta historia de espionaje en la que el protagonista es de todo, menos espía, necesitaba un actor que tuviese el nivel necesario, para aguantar cualquier tipo de situación, sea tensa, sea emocional, incluso cómica. No tuvo que pensar mucho: ¡Eureka! se dijo, ¡sí está por ahí mi amigo Tom Hanks, que nunca me falla!, dicho y hecho. Pero con lo que no contaba, era con un nuevo fichaje, Mark Rylance, un secundario habitual en televisión o en producciones menores, que para hacer un papel de un veterano espía, es posiblemente el mayor acierto de todo el casting (hay momentos, en los que no se puede decir más, con menos), una auténtica presencia delante de la cámara, y le da la vuelta completamente, al estereotipo de espía.

                                     

    Una vez que ya tuvo todo esto, ¿que consiguió?, pues…volver a hacer CINE, así, con mayúsculas. Desde un modo clásico, sin grandes artilugios ni aspavientos, realizar una película en apariencia sin pasión, pero que apasiona al espectador. Una historia que en ocasiones, simule ser cine de abogados, otras de espionaje, pero siempre, de personas, de situaciones, de conversaciones, de sentencias, en resumen, de grandes momentos. 


     Aunque parezca una forma un poco rebuscada, de afrontar esta crítica, me pareció la más adecuada para ensalzar las virtudes de una película, que nos devuelve al Spielberg que nos ganó en multitud de ocasiones, a lo largo de nuestra vida. Es un gran logro, a día de hoy, y tal y como está el cine, entregar un trabajo, como El Puente de los espías, que no es ni mas ni menos, que cine de toda la vida, hecho con mucho amor por el medio y eso, sabemos que al señor Spielberg, le sobra.


     Un frikisaludo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Chewie, hemos vuelto a casa por Navidad.

El Arrow que nos viene.

…y nada volverá a ser lo mismo.